PSICOLOGÍA DE LA PELOTA
Por Juan Pedro Manghera (*)
12 de agosto de 2007
12 de agosto de 2007
La pelota más famosa en la Argentina es la pelota de fútbol, objeto central de la fascinación de un juego que reúne a mucha gente con el equipo en una ceremonia que tiene, no solo algo de magia y catarsis, sino muchos condimentos anexados.
Antes de rodar el balón, moviliza una realidad estructural, que no es la suma independiente de las partes sino su compleja relación, dinámica y dialéctica.
LA PELOTA, UN ARMA POLÍTICA
La convocatoria y movilización masiva del fútbol como deporte lo ha convertido en una herramienta de comunicación eficaz para la política y su contacto con el pueblo deportivo. El ideal político se oculta, desde siempre hacia lo deportivo, actuando como un verdadero escudo de protección cuando se trata de consolidar inmediatos créditos de popularidad. Es muy importante la afiliación de un político a un equipo importante o a un líder futbolístico, que la propia ideología y proyectos partidarios. El fútbol tapa desigualdades y abre expectativas, alivia frustraciones y calma tensiones.
La pelota, en los pies de los políticos, crea milagros.
LA PELOTA, UN FRENTE ECONÓMICO
El fútbol está insertado en un orden económico. Los clubes son empresas comerciales deportivas que seleccionan, desde niveles inferiores, a niños que luego se forman como jugadores y cotizan como objetos de valor. El equipo y cada jugador son trabajadores que cobran sus salarios, incentivos y premios generales, que los ubican dentro de una elite laboral.
A la par de los jugadores está la empresa institucional, con sus promotores de ventas e inspiradores de ganancias que, respaldados en la compleja organización del club desarrollan sus ofertas en las ventas ininterrumpidas de capitalización permanente.
Es el nivel administrativo que rodea a la pelota con las reglas de la eficacia económica y la capacidad de los dirigentes que conducen la Institución. Constituye el entorno material que sostiene la fiesta y proyecta los logros hacia un futuro sustentable, a la vez de darle al grupo un carácter identitario y de pertenencia. Es la jerarquía que decora lo lúdico y lo perpetúa.
LA PELOTA Y LOS OTROS
Junto a los que ven el fútbol desde una oficina operativa de negocios, de un aparato administrativo, están en orden simultáneo de importancia: los socios-los hinchas-el cuerpo técnico-los utileros-los peones de campo-los réferis y el público en general, formando de un conglomerado vecinal un grupo operativo con sus contenidos de pertenencia y cooperación. Es la perspectiva grupal del club y sus asociados, que van a desembocar inexorablemente en la importancia del equipo y del jugador.
El jugador sumará la habilidad personal al conocimiento de que cada eslabón es importante para la emoción final y el grito de triunfo. No son sólo personas, sino símbolos que movilizan deseos y pasiones que llegan hasta los ideales de un País. El jugador tiene en su desempeño, las ganancias de los operadores económicos, la felicidad de la hinchada, el pulso de los nervios de los políticos de turno (incluida la Institución policial), la alegría del equipo y la tranquilidad familiar.
SU MAJESTAD LA PELOTA
Todo, absolutamente todo, da comienzo con la presencia auténtica, legítima y necesaria de la pelota. Se puede iluminar el Estadio, se puede alargar el espectáculo previo, pueden agotar sus discursos los dirigentes ejecutivos, pueden los jugadores gastar pólvora en precalentamiento, pero para que la función empiece, debe estar en el centro de la cancha la infaltable e inconmensurable pelota de fútbol.
(*) Es psicólogo por la Universidad Nacional de Tucumán. Reside en Salta. Colaborador de Iruya.com
Antes de rodar el balón, moviliza una realidad estructural, que no es la suma independiente de las partes sino su compleja relación, dinámica y dialéctica.
LA PELOTA, UN ARMA POLÍTICA
La convocatoria y movilización masiva del fútbol como deporte lo ha convertido en una herramienta de comunicación eficaz para la política y su contacto con el pueblo deportivo. El ideal político se oculta, desde siempre hacia lo deportivo, actuando como un verdadero escudo de protección cuando se trata de consolidar inmediatos créditos de popularidad. Es muy importante la afiliación de un político a un equipo importante o a un líder futbolístico, que la propia ideología y proyectos partidarios. El fútbol tapa desigualdades y abre expectativas, alivia frustraciones y calma tensiones.
La pelota, en los pies de los políticos, crea milagros.
LA PELOTA, UN FRENTE ECONÓMICO
El fútbol está insertado en un orden económico. Los clubes son empresas comerciales deportivas que seleccionan, desde niveles inferiores, a niños que luego se forman como jugadores y cotizan como objetos de valor. El equipo y cada jugador son trabajadores que cobran sus salarios, incentivos y premios generales, que los ubican dentro de una elite laboral.
A la par de los jugadores está la empresa institucional, con sus promotores de ventas e inspiradores de ganancias que, respaldados en la compleja organización del club desarrollan sus ofertas en las ventas ininterrumpidas de capitalización permanente.
Es el nivel administrativo que rodea a la pelota con las reglas de la eficacia económica y la capacidad de los dirigentes que conducen la Institución. Constituye el entorno material que sostiene la fiesta y proyecta los logros hacia un futuro sustentable, a la vez de darle al grupo un carácter identitario y de pertenencia. Es la jerarquía que decora lo lúdico y lo perpetúa.
LA PELOTA Y LOS OTROS
Junto a los que ven el fútbol desde una oficina operativa de negocios, de un aparato administrativo, están en orden simultáneo de importancia: los socios-los hinchas-el cuerpo técnico-los utileros-los peones de campo-los réferis y el público en general, formando de un conglomerado vecinal un grupo operativo con sus contenidos de pertenencia y cooperación. Es la perspectiva grupal del club y sus asociados, que van a desembocar inexorablemente en la importancia del equipo y del jugador.
El jugador sumará la habilidad personal al conocimiento de que cada eslabón es importante para la emoción final y el grito de triunfo. No son sólo personas, sino símbolos que movilizan deseos y pasiones que llegan hasta los ideales de un País. El jugador tiene en su desempeño, las ganancias de los operadores económicos, la felicidad de la hinchada, el pulso de los nervios de los políticos de turno (incluida la Institución policial), la alegría del equipo y la tranquilidad familiar.
SU MAJESTAD LA PELOTA
Todo, absolutamente todo, da comienzo con la presencia auténtica, legítima y necesaria de la pelota. Se puede iluminar el Estadio, se puede alargar el espectáculo previo, pueden agotar sus discursos los dirigentes ejecutivos, pueden los jugadores gastar pólvora en precalentamiento, pero para que la función empiece, debe estar en el centro de la cancha la infaltable e inconmensurable pelota de fútbol.
(*) Es psicólogo por la Universidad Nacional de Tucumán. Reside en Salta. Colaborador de Iruya.com
1 comentario:
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